Tan importante como dominar una materia, es saber transmitirla a los demás, de forma que te entiendan, incluso cuando esos que te escuchan no son expertos en el tema. Algo que en principio puede parecer de perogrullo, y obvio, no lo es tanto cuando lo llevamos a la práctica. En muchas ocasiones, hay quienes saben muchísimo de un tema pero a la hora de tratar de hacerse entender, fallan. Quizás simplemente no saben imprimirle la debida emoción a lo que están contando, quizás pecan de demasiado uso de terminología farragosa, argot que solo entiende quien lo está contando, y, por qué no, una forma desapegada de contar las cosas, como quien está leyendo un papel o un teleprompter en televisión.
Sin embargo, Paco Pérez Abellán, además de tener un vastísimo conocimiento en su materia, la criminología, sabía contar las cosas de modo que realmente, cuando explicaba algo, te hacía sentir como si lo estuvieras viviendo, hasta el punto de emocionarte. Es más, no necesariamente hacía falta que acudieses a una de sus charlas presencialmente, sino que era capaz de transmitirte todo eso incluso a través de la televisión o la radio, estando a cientos o miles de kilómetros de ti.
En sus innumerables intervenciones en los medios defendía con ahínco sus posturas y lo que él realmente creía. Paco no era amigo de quedar bien, ni mucho menos. Defendía con absoluta e hipnótica vehemencia su opinión, sin importarle que esta se saliese de lo oficial. Y es que, en mi opinión, estas personas, que no siguen al rebaño en sus profesiones, son las que realmente demuestran lo que significa apasionarte por lo que crees hasta las últimas consecuencias.
Esta rebeldía, el no aceptar siempre lo que todo el mundo decía, e investigar por sí mismo, le costó ciertos rechazos en determinados lugares. Sitios y personas que durante mucho tiempo lo recibieron con los brazos abiertos, aseguró muchas veces este hombre, empezaron a marcar distancias con él, quizás porque no está bien visto eso de que entre compañeros haya pensamientos discordante. El pensamiento independiente es algo que, en el rebaño, no agrada.
Por supuesto, el terreno literario tampoco se le quedó atrás a este erudito, ya que con sus diversos libros ahondando siempre en la psicopatía criminal, exploraba la mente humana como nadie. Tanto escuchándolo en sus intervenciones, como leyendo sus trabajos, uno realmente entendía lo que Paco estaba transmitiendo, incluso aunque fueses un profano en la materia. Eras capaz de entender algo tan complejo como la mente de un criminal, y además, prendía en tí la mecha y las ganas de seguir investigando por tu cuenta. Es más, estoy seguro al cien por cien, de que esa pasión transmitida por Abellán ha servido para despertar en muchos futuros y actuales criminólogos su pasión por esa disciplina. Y es que, en mi humilde opinión, pocas cosas hay más bonitas que ver cómo alguien se emociona contándote algo, sintiendo que realmente lo vive, no limitándose a transmitirte datos sin más.
Pese a su gran sabiduría, jamás perdió su humildad, jamás se creyó mejor que nadie, jamás exigió nada por ser quien era, ni alardeó en ningún momento. Era una persona sencilla, que disfrutaba con lo que hacía, y lo disfrutaba todo el día, no solo en horario de oficina. La criminología era su vida, literalmente. No le importaba tener que desplazarse cientos de kilómetros para tener que investigar un caso, no le importaba, incluso, tener que costearse por sí mismo todo lo que hiciese. ¿Por qué? Porque cuando a uno le apasiona lo que está haciendo, quiere seguir en ello cueste lo que cueste, sin reparar en nada más.
Hace poco se cumplió un año desde que nos quedamos sin este genio. Se fue de forma repentina, cuando todos aún esperábamos que nos siguiera sorprendiendo por muchas décadas. Pero, afortunadamente, vivimos una época en la que contamos con medios digitales que permiten reunir toda su sabiduría y poder escuchar de nuevo sus charlas, como si aún siguiera entre nosotros. Eso nunca se perderá, y será como si Abellán hiciese de profesor desde el más allá a futuros apasionados de esta disciplina.
Por último, sería imperdonable no mencionar a su hijo, Paco Pérez Caballero. Este es uno de esos casos en los que queda claro que Abellán supo contagiar a mucha gente su pasión por la criminología y la investigación, pero muy particularmente a su hijo. Es colaborador habitual de programas tan emblemáticos como Cuarto Milenio, ha escrito diversos libros que sin duda están a la altura de los que escribió su padre. En definitiva, un dignísimo sucesor de una eminencia como lo fue Abellán, y que sin duda mantiene y mantendrá vivo su legado. Como escuché hace tiempo, "nadie muere realmente si es recordado", y
afortunadamente, todo el mundo recuerda y recordará siempre la huella
indeleble que dejó Abellán en este mundo. Incluso, como acabo de decir, sus genes e ímpetu siguen vivos en la figura de Paco Pérez Caballero, que continúa, y continuará, por muchos años esperemos, compartiendo una pasión infinita.
me emocionado, ambos sois impresionantes aun que tu padre lo sea ya desde el mas alla. Adelante siempre
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